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Rozas, 80 años del aeródromo que nació con los nazis y pudo ser el principal aeropuerto de Galicia

Principios de los años 40. La Segunda...
Rozas, 80 años del aeródromo que nació con los nazis y pudo ser el principal aeropuerto de Galicia

Rozas, 80 años del aeródromo que nació con los nazis y pudo ser el principal aeropuerto de Galicia

07/06/2023

Principios de los años 40. La Segunda Guerra Mundial está en pleno apogeo y España, aunque teóricamente neutral, concede cierta ayuda a la Alemania de Hitler. Los nazis necesitan un sistema de radionavegación para el seguimiento de las naves y aeronaves, y Franco da permiso para que instalen en la provincia de Lugo varias antenas. Tres de ellas, las más conocidas (sistema CONSOL), se levantan en Cospeito y Abadín, pero para descargar el material para instalarlas y los técnicos para montarlas y revisarlas, hay que ser ágiles.

¿Cómo hacerlo con rapidez? Pues en avión, pero por aquel entonces no había ningún aeropuerto próximo que pudiese utilizarse, así que directamente buscan una parcela llana, que se preste para realizar aterrizajes y despegues. El lugar de Rozas, en el municipio lucense de Castro de Rei, es el lugar elegido. Punto Cero es el nombre que acabarían dando a ese nudo logístico.

Así arranca la historia de Rozas, un aeródromo que este domingo celebra 80 años de su inauguración oficial. Una historia trufada de anécdotas y decisiones. El que pudo ser el gran aeropuerto gallego, es hoy un espacio en el que conviven los vuelos de recreo con la investigación. Una salida inesperada para un lugar que pasó mil vicisitudes.

Fue en el año 1943 cuando el gobierno de Franco reconoció oficialmente que Rozas tenía buenas condiciones para ser aeródromo y el Ministerio del Aire, que había creado la Milicia Aérea Universitaria, decidió establecer allí su campo de instrucción. Para ello, construyó tres potentes hangares de los que todavía hoy se conserva uno. Al tiempo, estableció allí una guarnición militar en la que muchos lucenses hicieron la mili.

Competir con Lavacolla

Esa pátina castrense que acompañaba a Rozas desde sus inicios se diluyó en 1949. En ese momento, Franco tenía que decidir en qué lugar de Galicia construía el gran aeropuerto civil, y se decantó por Lavacolla. Durante el tiempo que duraron las obras en Santiago, los vuelos de Iberia (y más tarde Aviaco) que unían la comunidad con Madrid se trasladaron a Rozas. Centenares de hombres trajeados, mujeres con sus faldas por debajo de la rodilla y sus tocados; y niños, descendían de aquellos aviones comerciales directamente a la tierra lucense para luego desplazarse hasta Santiago en autobuses.

El problema era que, como las pistas seguían siendo de tierra en un mar de tojos, los aviones solo podían aterrizar durante el verano, según recoge la historia del Real Aeroclub. La conexión de Aviaco se prolongaría hasta 1953, y es entonces cuando empieza a languidecer el aeródromo.

Adiós a dos de los hangares

Es en ese 1953 cuando el ministerio suprime la guarnición militar para, cinco años más tarde, desmantelar uno de los hangares para trasladarlo a Palma de Mallorca. El segundo lo llevarían a Cuatro Vientos (Madrid) y cuando el tercero ya tenía previsto como destino Zaragoza, fue cuando comenzó la contestación en Lugo, hasta entonces dormida.

Corría el año 1961 cuando el entonces alcalde de Lugo, Ramiro Rueda, alentó la creación del Real Aeroclub de Lugo. El 21 de marzo de 1960 se fundó una sociedad que tenía entre sus finalidades gestionar ante las administraciones que el aeródromo no desapareciese. Entre los fundadores del club estaba Luis Abelleira Pazos, padre de Luis Abelleira Mayor, presidente actual de la sociedad.

Las gestiones a brazo partido del Aeroclub dieron sus frutos y consiguieron que el ministro del aire no desmantelase el hangar que sobrevivía todavía en Rozas, algo clave. También espolearon la creación de una escuela de pilotos que pronto cosechó un enorme prestigio en todo el país. Tras adquirir la primera avioneta, y a la vista del éxito que tenían, a base de créditos, compraron más aviones. Rozas estaba reviviendo gracias a los socios del club.

Los tiempos en el aeródromo eran felices. Incluso los ministerios de Educación Nacional y el del Aire decidieron crear allí una de las cuatro escuelas universitarias para pilotos que se iban a poner en marcha en España. Para ello, se proyectó un edificio que empezó a construirse, pero en pleno proceso el gobierno abandonó el proyecto y el Aeroclub tuvo que dejarse la piel para conseguir que finalizase la construcción de la terminal.

El Estado cedió entonces al club el uso de las edificaciones, y los directivos tuvieron que solicitar créditos para reunir los 20 millones de pesetas (120.000 euros) que costó amueblar el lugar.

Ahora, drones

En los años 80, con la pista ya asfaltada, Rozas se convirtió en referencia para los vuelos deportivos. Durante años, esos vuelos de aficionados han mantenido vivo el lugar, en el que el Ministerio de Transportes valoró en 1980 crear el gran aeropuerto comercial de Galicia. Pero ese sueño quedó frustrado nuevamente y no ha sido hasta bien entrado el siglo XXI cuando el aeródromo ha comenzado a florecer de nuevo. Esta vez lo ha hecho reconvertido en un polo de desarrollo aeronáutico y espacio de investigación y ensayos del CIAR, con los drones como protagonistas.

Luis Abelleira Mayor, presidente del Real Aeroclub de Lugo: «La creación del Aeroclub logró salvar el hangar y el aeródromo»

Dice Luis Abelleira Mayor, presidente del Real Aeroclub de Lugo, que Rozas para él ha sido el lugar donde ha podido «disfrutar de mi actividad deportiva y donde también se criaron mis hijos. Es un lugar muy especial». Él mantiene todavía vivo el recuerdo de buena parte de las vicisitudes del aeródromo.

—La historia de Rozas está llena de vericuetos.

—Comenzó para dar servicio a las torres que montaron los alemanes. Era solo una explanada en la que tomaban tierra, sin torre de control. Luego, funcionó durante unos años para los vuelos comerciales Galicia-Madrid mientras se construía Lavacolla. Por entonces, la pista todavía era de tierra. La pista como tal no se haría hasta los años 80, cuando se usaba especialmente para vuelos deportivos. Aquel era un campo cuadrado, de 1 kilómetro por 1 kilómetro que se limpiaba en tres direcciones y se aprovechaba en función del viento. Rozas era un buen lugar por su orografía, por ser una zona muy plana. Se dice, yo no lo sé, que cuando se creó el aeropuerto comercial en Lavacolla las tres opciones que se barajaban eran esa, Rozas y Arzúa.

—Usted cuenta que en los años 60 se «salvó» Rozas de la desaparición.

—En Rozas, el gobierno español, que mantuvo un destacamento militar durante años, desmanteló dos de los tres hangares que se habían construido allí. Uno acabó en Cuatro Vientos y el otro en Palma de Mallorca. La creación del Real Aeroclub logró salvar el hangar y el aeródromo y que no se devolviesen a los propietarios los terrenos que se habían expropiado en su día. La ley decía que si no se usaban, debían devolverse.

—¿Hubo más grandes proyectos?

—Sí, uno de ellos fue en 1974, cuando se intentó crear una Escuela de Pilotos Universitarios. Fue cuando se crearon las instalaciones, la torre de control y el edificio de la terminal de operaciones. La idea era que los universitarios que no querían finalizar sus estudios pudiesen convertirse en pilotos. Fue uno de los muchos proyectos que se barruntó y que no fructificaron.

Fuente: La Voz de Galicia



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